A casi diez años de haberse aprobado la ley integral contra
la violencia de género, las agresiones contra las mujeres repuntan de forma
alarmante. Cuatro víctimas en 48 horas es un dato que debería encender todas
las alarmas. En estos diez años la lista de víctimas no ha parado de crecer y
en estos momentos asciende ya a 658 el número de mujeres asesinadas por su
pareja. El cambio normativo era indispensable y ha sido sin duda positivo,
porque ha creado algunos instrumentos necesarios para combatir este tipo mortal
de violencia. Pero las estadísticas muestran que está bastante lejos de dar los
frutos esperados.
Mientras tanto, los modelos masculinos igualitarios progresan
menos de lo deseado y las encuestas revelan que el machismo más rancio crece
entre unos adolescentes que no reciben de la sociedad y del sistema educativo una formación que
combata de forma eficaz los estereotipos del amor posesivo y de una identidad
basada en la dominación y el recurso a la violencia como método para lograr los
objetivos. Son muchos los ámbitos que hay que revisar. Y por las consecuencias de la violencia de
género, es urgente hacerlo.
(Fuente: El País)
Una reciente encuesta europea revelaba que el 22% de las
españolas ha sido víctima de maltrato en algún momento de su vida. Si se tiene
en cuenta que muy pocas acaban denunciando a sus agresores, las casi 900.000
denuncias presentadas entre 2007 y 2013 indican la profundidad y la extensión
que la cultura machista tiene en nuestro país. En ese mismo periodo los jueces
han dictado 253.000 órdenes de alejamiento; en estos momentos, 5.461 hombres se
encuentran en prisión por violencia machista. Entre 2004 y 2008 el número de
mujeres muertas se ha mantenido por encima de las setenta cada año, con caídas
en 2005, 2009 y 2012 que hicieron albergar esperanzas de cambio de tendencia,
inmediatamente defraudadas.
Los datos muestran que no solo no se avanza lo suficiente,
sino que hay señales de retroceso en diferentes campos de actuación. Los
mecanismos de prevención no han funcionado bien, ni en el ámbito de la alerta
ni en la concienciación: solo el 2% de las denuncias presentadas proceden del
entorno de la víctima, a pesar de que existe un teléfono, el 016, que no deja
huella de la llamada en la factura. Tampoco en el de la búsqueda de ayuda. El
número de denuncias cayó un 26% en 2013 respecto del año anterior. Y otro dato
revelador: solo una de cada tres mujeres asesinadas había presentado denuncia.
Es evidente que las medidas de
protección judicial son insuficientes. Y sentencias como la de la Audiencia
Provincial de Jaén, que permite a un hombre condenado cuatro veces por
maltratar a su mujer volver a convivir con ella en la casa, en absoluto ayuda a
las mujeres a dar el difícil paso de presentar denuncia y pedir ayuda. Al
recorte del 30% en los presupuestos de prevención —y otro tanto en los
programas autonómicos— hay que añadir las carencias crónicas que sufren los
juzgados que intervienen.
(Fuente: El País)
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